Por Eyal Chipkiewicz en A Voz Limpia Cuatro

Nada de movimiento
Nada de sonido
Nada de que asirse
Miradas frágiles. Miradas frágiles y elocuentes
Cubriendo hasta el último espacio vacío.
¿Acaso no he vivido ahí todo este tiempo?
Una línea callada y evidente
Se alarga desde ahí, todo menos frágil
Pesada sobre mí
Sobre todo mi demás
Reflejada tan en secreto
O tan en evidencia, reflejada.
Piensa. Habla.
Se me derrama la verdad,
Hasta por la más mínima rendija.
Pestañeo. Verdad.
Espero. Verdad.
Escucho. Verdad.
Tal vez titubeo, pero no porque haya un espacio mensurable entre un pensamiento y la verdad.
Sino porque entender apenas necesita apenas tiempo.
Apenas.
Necesita.
Apenas.
Tiempo.
Pero el velo esta ahí,
Conteniendo el líquido, el lánguido
El abrazo sin garras de la libertad ya vivida
La fuerza flexible que distingue peso donde solo hay silencio
A riesgo de, con un leve toque,
Destruir lo que solo el fervor del tiempo había podido construir
Y el balance está ahí
Olvidando prosa de fulgurante contraste
Palabras reordenándose en hilos
En líneas de pulso, de dedos,
De piel
Sobre piel.
¿Acaso no he vivido aquí todo este tiempo?
Hay una línea entre ahora y todo.
Una cortísima línea.
Más corta, apenas, de lo que puede medirse.
Hundiendo, desapareciendo.
Lo que regresa del cerro ventado
Ni es diversión ni es sapiencia.
Una extensión cuasi-pierna de una idea que va cojeando.

¿Que si quiero un espacio tranquilo donde bailar?
Solo si ambos lo queremos.