Por Eyal Chipkiewicz en A Voz Limpia Dos

La soledad ladra
como una avalancha de tardes.
Va encontrando lo que busca
flotando inservible
en la corriente plana y espesa
de un sufrimiento robado
que nadie reclama suyo.

Dentro de la casa
un desorden de papeles en blanco
tiñe de pesadez
un espacio vacío
que no se sostiene entero
ante el inclemente bombardeo
de un eco que se aleja pero no se pierde.

Sumergido en tinta casi seca
vivo en los confines de la grieta
agradeciendo a mis manos ásperas
el cariñoso bofetón de la verdad.
Se encendió la noche
que todo lo engulle.
Te busco entre tormentas de palabras,
llamados hambrientos
que muerden aire
y tragan sombra.
Languidece la ternura
en el caracol borroso
que trepó remolcando su pasado
buscando un lema que alivie por un rato
la lástima vertical de vivir asido a un palo.